Realidad o Ficción?

Me preguntan, si lo que escribo tiene que ver con mi vida. Yo sonrío y niego, niego porque no me parezco al científico de “La huida” que intenta desarrollar un medicamento y al mismo tiempo pretende poner en la balanza su moral. Niego porque no tendría valor para abandonar una hija e intentar continuar con mi vida, caminando por la existencia perseguida por los fantasmas del arrepentimiento, tampoco podría ser partícipe de utilizar a otro ser humano en algún experimento o ser una chica de mirada dulce y corazón frío. Sonrío y sigo negando el tener algún parecido con esa mujer de “Expediente 93” que lentamente va perdiendo su autoestima para dar paso a otra distinta a la que era, difiero de que en la vida el dinero es lo más importante como alguno de mis personajes opinaría. No utilizaría el chantaje para lograr algún objetivo, ni reprimiría mi sentir o pensar sólo porque no sería bien visto en el círculo social; por mencionar algunos de los temas que se desarrollan en mis novelas. Sin embargo, creo que como escritora tengo la obligación de ser un tipo de mago que transporte al lector hasta determinado momento, lugar o sentimiento y poder desmenuzar tanto entornos como pensamientos; llevarlos a conocer otras vidas, o quizá hasta alguna historia que los haga identificarse. Me siento con esa responsabilidad de tocar temas diversos aunque reales como el amor, el desamor, la infidelidad, el orgullo, la ambición, el placer, entre muchos otros que nos conforman como seres humanos y nos van forjando el carácter, las decisiones y como consecuencia los desenlaces. Lo que respondo cuando me preguntan si mis escritos son realidad o ficción, es que todos los personajes tienen algo mío, porque están pensados y creados desde mi punto de vista, tienen dejos de mi personalidad pero rasgos propios…han encontrado la manera de expresarse a través de los hilos de mi imaginación. Observo, escucho, percibo, huelo e intento plasmar y me tomo la libertad de disfrazar pensamientos, coquetear con ideas, revestir el lenguaje, seducir al oído, sucumbir a mis temores, desfogar pasiones, romper miedos, matar desilusiones y creas ilusiones nuevas, reinventar el dolor, rescatarme de la tristeza. Así, no solo nacen las historias del escritor sino la empatía para el observador o lector, entonces al final tal vez, el papel del escritor es servir de instrumento o quizá es sólo un débil pretexto para exorcizar demonios que no tiene tantas ganas de desterrar, porque se quedaría sin material narrativo o porque está tan acostumbrado a ellos que le da miedo la soledad.

Comentarios

Drea ha dicho que…
Como bien dices, nuestros personajes no estan basados en nuestra vida, pero cada uno de ellos llevan un pedacito nuestro, aunque sea solo un pocom porque nos toca ponernos en sus zapatos para sentir lo que ellos sienten de ahi a que parezcan reales. Sigue escribiendo asi de bien y transportandonos a esas geniales historias.Un abrazo!!

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