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Mostrando entradas de septiembre, 2014

Toca, ve, prueba, huele, escucha.

¿Cuántas veces en el día te percatas de lo maravilloso que son tus cinco sentidos? El día a día transcurre tan aprisa que detenernos a pensar en el tacto, la vista, el gusto, el olfato o el oído pasa a segundo término, a menos que carezcas de ellos por alguna circunstancia, inclusive pueden pasar días, semanas o meses sin que tomemos conciencia de ello. El prestar atención a nuestros sentidos, nos vuele más alertas, desarrolla la creatividad, nos pone de buenas, eleva la energía, ayuda a descubrir qué es lo que nos pide el cuerpo y también en algunos casos a fomentar la meditación. Justo en el preciso momento que estás leyendo este escrito, tus ojos van de un lado a otro saltando entre las letras, tus dedos tocan el teclado ¿Sientes cómo sobresalen del tablero? Tu cuerpo sentado, quizá en alguna silla cómoda o no, eso sólo tú lo sabes, ¿cómo sientes tus glúteos, tu espalda, tus piernas, el cuello? Estás tomando alguna bebida, ¿a qué sabe? ¿Es fría, caliente? ¿A qué huele tu oficina,

Somos lo que pensamos.

Cada vez con mayor frecuencia en las redes sociales encontramos frases, comentarios o mensajes que tienen la intención de mejorar el ánimo, hacer recapacitar o dejar algo positivo. Quizá lo logre, aunque lo más probable es que se olvide al minuto siguiente. ¿Cuántos de nosotros en realidad ponemos en práctica esos mensajes? Lo que me queda claro es que el ser humano tiene la necesidad en poca o gran medida de buscar el crecimiento interno. Sin duda, somos lo que pensamos y actuamos de acuerdo a ello. Creamos lo que creemos y materializamos lo que visualizamos: los pensamientos son un reflejo del alma. Somos un espejo. Los pintores, escultores, escritores, músicos y todas las personas creativas viven el arte como una extensión de su propia ser, son el reflejo de lo que su mente imagina para luego plasmar su idea y regalarla al mundo. No entenderíamos la historia sin el arte, aunque esto no es exclusivo de los artistas, esto nos corresponde a todos, pues somos una extensión del mund

Persiguiendo a la musa.

La hoja en blanco es un reto diario. Para quien pretende hacer de la escritura una profesión y no un pasatiempo, debe sentarse al menos cinco o seis horas todos los días para extraer esos pensamientos que le acechan y ponerlos en papel. Escribir, escribir, escribir y corregir, corregir, corregir es la única manera de saber si esa idea que le ronda rendirá frutos. Si bien es cierto que la inspiración puede llegar en cualquier momento, también es cierto que no es tan común que se aparezca de la nada, siempre es mejor que te pille trabajando. Puede guiñarte el ojo, regalarte una sonrisa, inclusive tocarte la mejilla; si le da la gana. Ella puede sorprenderte en un corto instante, en algo que atrape tu mirada, que huelas en el ambiente, un movimiento que despierte algún sentimiento artístico en tu alma; esos momentos son oportunidades que no puedes dejar pasar y lamentablemente para muchos no ocurre tan seguido, inclusive se ha llegado a comentar que la musa no existe. Yo creo que sí exi