Palabras de la escritora e historiadora Ma. Eugenia Bonifaz de Novelo en la presentación de mi novela Vida Arrabalera

Muñeca-Estrella, heroína de la narración, es un personaje dual, no sólo por lo que respecta al nombre, sino al fondo del, aparentemente, insólito personaje. Digo aparentemente, porque habiéndose uno adentrado en la vida de ella, se percata el lector de que existen muchas vidas que en diversos matices se asemejan a lo que vivió. A través del relato, Muñeca establece un juicio que ella misma va haciendo de su vida al exponerla sin tapujos, tal como fue. De esta manera acompañamos a Muñeca-Estrella desde su nacimiento, adolescencia y juventud, reviviendo escenas crudas, sobrecogedoras, de miseria y desolación que por fortuna se trascienden gracias al alma generosa de una mujer extraordinaria con alma grande y sabia, libre y misteriosa a la vez, que es Ruth, la dueña del circo en el que se acoge Muñeca. Ruth se convierte así en una gran matriarca benefactora, eje sobre el que giran diversas vidas, mientras que su esposo, el enano Gustavo, se va perdiendo en la narrativa opacado por Ruth, sólo para aparecer de cuando en cuando como contrapunto para impulsar hacia nuevos giros la historia de Muñeca. Estos dos personajes dan paso atrás, para dejar aparecer en gran parte de la novela el mundo circense. Ha habido otras narraciones al respecto, especialmente en el cine, incluso en la ópera, que tratan el tema, sobre todo lo que respecta a payasos, pero a mí nunca me había tocado penetrar en las vidas de los que la conforman, así sea en forma ficticia, como lo permite esta novela, llegando hasta la intimidad. En Vida arrabalera, con hábil narrativa, nos acerca Nurkia Rudametkin a los que están inmersos en ella, tanto en su desempeño profesional como en sus vidas particulares, creando un mosaico que requirió mucha investigación, conocimiento y aprecio de lo que cada uno de los miembros del circo hacía y cómo, de distinta forma, fueron a formar parte de aquel variado elenco. El domador, la payasa, malabarista, contorsionista o ventrílocuo, los trapecistas…, cada uno tiene su historia, y algunos serán cruciales, en diferente manera, en el desarrollo y personalidad de la joven. Siempre la seguirá lo que ahí aprendió: como el baile de la Mujer Globo, que no obstante su gran masa, logra la gracia; Úrsula, quien le enseñó el valor del silencio que puede ser tan poderoso como la palabra; Madaleine que la enseñó a tomar; y, sobre todo, el apoyo de Ruth que fue lo mejor que tuvo. A lo largo de su adolescencia y entrada en la mayoría de edad, aprenderá y soportará cosas buenas y malas de ellos, hasta que logra desprenderse y rehacer su personalidad y su vida. Deja entonces de ser Muñeca, auto nombrándose Estrella. Nurkia ha logrado una hábil transición para hacerla pasar de nómada circense a empleada del Hotel Playa, y teje una historia creíble y mundana con buen tino histórico y también imaginativo respecto a lo que era la vida en los tiempos de gloria del hotel, lo que también requirió mucha investigación y hábil reacomodo. La forma en que está entretejida la historia de Estrella, narrada en primera persona, que fluctúa como ojo omnipresente -en ocasiones- se desenvuelve con naturalidad y fidelidad en cuanto a la descripción del inmueble que, sin exagerar, fue grandioso. Sobre todo si se toma en cuenta que estaba enmarcado en el ámbito de una población tan pequeña como lo era Ensenada en los años treintas, de apenas tres mil y pico de habitantes. Su inmersión en la vida de lujo que ahí transcurría, se hace con acierto. No hay que olvidar que este es un relato imaginado y que goza de licencia literaria siendo novela. Dentro de ese contexto, todo es posible. Pero aun así, Nurkia ha respetado lo esencial y logra desenvolver a su personaje en aquel tiempo y espacio con credibilidad. No relataré la secuencia de lo ocurrido ahí, queda al lector descubrirlo. La novela es muy descriptiva; contiene pasajes de primer orden y acertado empleo de metáforas. Esto se aprecia en especial si uno toma en cuenta lo difícil que es describir un acto circense llevándonos por las alturas del trapecio, donde se desenvolvían Martina y Lucio, “cual águilas en el vacío entre cañones y selva, entre canales, ríos, mesetas y mares, alzaron el vuelo sin temor”… O, al referirse Estrella a “resuellos y dolores” padecidos, dice que están “brotando éstos por mis ojos cansados como cristal derretido con sabor a sal.” En la página 311 también se nos brinda una descripción fina y aguda del rostro femenino: “El rostro femenino está matizado con diversos tonos que no se pueden reconocer a primera vista, hay que hurgar en la intención de la mirada, en el porqué de la sonrisa, en el motivo de las lágrimas, en los gestos, en los movimientos y aun así, no se sabrá lo que en realidad esconde un corazón de mujer.” Si uno se detiene para disfrutar del lirismo que esto ofrece, se verá recompensado. En resumen, a pesar de todos los altos y bajos, éstos últimos, muy bajos, hacer juicio sobre Muñeca-Estrella, resulta desconsolador. Quisiera uno verla triunfar vitalmente, no como ella concebía el triunfo: simplemente escalando para cumplir sus ambiciones, sino verla sobreponerse al destino que ella misma se había labrado. En cuanto a la autora quisiera señalar que posee una cualidad esencial para lograr una obra como la que aquí comento: tenacidad. Nurkia ha demostrado a lo largo de su camino como escritora que lo que se propone lo logra, y seguramente tendremos mucho más qué comentar acerca de ella y su vocación a la que es fiel. Me ha tocado seguir su trayectoria desde el principio y admiro su perseverancia, gracias a lo cual hoy tuve el gusto de presentar Vida arrabalera.

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