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Mostrando entradas de agosto, 2012

Realidad o Ficción?

Me preguntan, si lo que escribo tiene que ver con mi vida. Yo sonrío y niego, niego porque no me parezco al científico de “La huida” que intenta desarrollar un medicamento y al mismo tiempo pretende poner en la balanza su moral. Niego porque no tendría valor para abandonar una hija e intentar continuar con mi vida, caminando por la existencia perseguida por los fantasmas del arrepentimiento, tampoco podría ser partícipe de utilizar a otro ser humano en algún experimento o ser una chica de mirada dulce y corazón frío. Sonrío y sigo negando el tener algún parecido con esa mujer de “Expediente 93” que lentamente va perdiendo su autoestima para dar paso a otra distinta a la que era, difiero de que en la vida el dinero es lo más importante como alguno de mis personajes opinaría. No utilizaría el chantaje para lograr algún objetivo, ni reprimiría mi sentir o pensar sólo porque no sería bien visto en el círculo social; por mencionar algunos de los temas que se desarrollan en mis novelas. Sin

El amor a los libros.

El amor que siento por los libros se lo debo a mi madre. Me obligó a leer “El milagro más grande del mundo” primera historia que tuvo a mano, para mantenerme alejada de la televisión una tarde de verano de 1989 y desde entonces la magia de las letras me ha retenido cautiva entre sus líneas. Segura estoy que de no haber sido por esa imposición, el hábito de la lectura no formara parte de mi vida, ya que en la escuela no contábamos con programas enfocados a motivarnos o despertarnos el gusto ni la costumbre por leer. Durante mi formación académica en el período que abarcaba de la primaria hasta la preparatoria, no tomé ninguna materia enfocada al arte o la cultura y nos desarrollara la percepción, el gusto, el entusiasmo y las ganas por conocer más del mundo que nos rodea, que no fuera mero requisito para pasar la asignatura. Yo contaba con la ventaja de que los libros me habían atrapado y eso fue lo que generó en mí una consciencia crítica, una ambición por cuestionar, por saber más

Cambio de rumbo.

Me parece que escoger una profesión a la edad de dieciocho años es una faena difícil cuando no se nace con la vocación adherida a la piel y el sentimiento. Me identifico con esta premisa porque escogí una carrera sin experimentar pasión por ella, simplemente por cumplir con el requisito de ser universitaria y me subí a un navío que prometía un futuro próspero. Con el caminar del tiempo; fui descubriendo que las decisiones acertadas o no, desembocan en enseñanza y jamás me hubiera imaginado que el aprendizaje estaría en cambiar el rumbo, en la búsqueda más que material, de satisfacción personal. Así que intenté volcar el pensamiento como expiación de mi sentir y descubrí a través de las letras la respuesta que estaba buscando y aunque en la actualidad ejerzo lo que estudié, sigo creyente de que la escritura es mi destino. Sé que la mayoría de las personas en nuestro país no tiene el hábito de la lectura, sin embargo, intento contribuir para cambiar esa perspectiva. Hace algún tiempo est