Historia en el andén.
El andén se encontraba atestado de personas presurosas por tomar el tren, Ricardo empezaba a desesperarse, la paciencia no era una de sus virtudes, lo único que le importaba en esos momentos era llegar a su destino lo antes posible. Sentado en la banca, extrajo de su bolsillo el reloj que había heredado del abuelo; que en algún tiempo estuvo sostenido con una larga cadena de oro, lo abrió con ansia para consultar la hora y con pesadumbre constató que el tiempo: (ese amo implacable que dominaba a sus esclavos con determinación inflexible y amenazaba con arrebatar la vida a mordidas para afirmar la inminente victoria de la muerte), transcurría presuroso y ya eran las 10.20 de la noche. Tronó sus dedos por inercia, no era que lo pensara sino simplemente era una forma de exteriorizar su nerviosismo, lo hacía desde pequeño, se percató de que sus dedos estaban un tanto chuecos pero no tenía la certeza de que fuera por aquel ejercicio. A lo lejos vislumbró que el tren, finalmente hacía acto de presencia.
Ascendió los dos escalones y se apoyó en el barandal, con aire ligero subió para buscar un asiento, giró su vista en derredor para verificar que hubiese algún asiento disponible y al sentir la vibración característica que producían las ruedas deslizándose por los rieles le invadió el desgano; no tendría más remedio que realizar el trayecto de pie. Sin embargo y para su satisfacción observó gustoso, que una mano se levantaba al fondo del estrecho corredor, anunciándole que finalmente la suerte estaba de su lado. Cuidadosamente atravesó el pasillo, fue grata sorpresa saber que compartiría asiento con una hermosa mujer, le dio las gracias por su amabilidad y posó las nalgas en la gastada butaca que había soportado millones de éstas a través de tantas generaciones, ya que era de los pocos trenes que seguían circulando sin que lo consideraran reliquia y no se explicaba el porque.
De reojo trataba de espiar el perfil de la chica, hasta que ésta lo tomó por sorpresa y le preguntó su nombre. Como adolescente, le contestó un tanto titubeante:
— Ricardo.
— Mucho gusto Ricardo, mi nombre es Laura —Ella estiró su mano en señal de saludo siguiendo el protocolo de la sociedad. — ¿Hacia dónde te diriges?
— Voy a Ciudad del Prado.
—Vaya — exclamó — Yo me quedo a la mitad del camino.
El no supo como interpretar aquella frase, ¿había cierta picardía en el tono de su voz? ¿Acaso eran aquellos ojos color miel que lo estaban volviendo loco? Sin planearlo; sus miradas se cruzaron y perdió sentido todo lo circundante, gracias a Dios que estaba sentado porque de no haber sido así el peso de su cuerpo lo hubiese vencido, de pronto ya no escuchó más. La luna que se asomaba por esa inmensa oscuridad iluminaba los rasgos de Laura tan deliciosamente; que sintió un deseo inmenso de poseerla…..era tan atrayente.
Para su sorpresa, Laura se acercó, poco a poco sus labios se encontraron, húmedos, desesperados, llenos de deseo, un deseo que hace mucho tiempo no experimentaba y lo hacía sentirse vivo, animal. No estaba seguro si continuar o desistir, pero la mujer no hacía ningún intento por alejarse; así es que correría el riesgo. Lentamente su mano izquierda fue subiendo por la pierna de Laura, podía sentir la piel suave, tersa, bendito el cielo la falda era corta— pensó—, un ligero gemido fue emitido de los labios de la mujer, esto lo hacía todo tan excitante ya que no debían hacer ningún ruido, no debían despertar a las personas que se encontraban dormidas en los asientos delanteros, la mano de Ricardo siguió su curso, era algo placentero, se encontró con una prenda de encaje, con avidez manobrió la tela y cuidadosamente con sus dedos trató de hacerla a un lado para poder tocarla, Ricardo estaba hinchado de placer, sus miembros daban la impresión de estar a punto de explotar, el pantalón le apretaba lastimeramente y se estaba debatiendo entre el dolor y el deseo, pero no podía hacer más, los pasajeros se despertarían, un gemido ahogado le aseguró que la chica quedó satisfecha; el ligero temblor en el cuerpo lo ratifico.
— Disculpe, señor— Ricardo sintió una mano sacudir ligeramente su hombro y por un instante no sabía en donde se encontraba, con pesar descubrió que el sueño lo había vencido mientras esperaba el tren que lo llevara a Ciudad del Prado, no recordaba en qué momento pudo pasar y con mayor vergüenza se percato de que sus pantalones estaban muy ajustados del cierre, mas de lo normal, por instinto colocó su sombrero sobre la entrepierna, se irguió de sus asiento y caminó un poco, había sido un sueño tan real….
Ascendió los dos escalones y se apoyó en el barandal, con aire ligero subió para buscar un asiento, giró su vista en derredor para verificar que hubiese algún asiento disponible y al sentir la vibración característica que producían las ruedas deslizándose por los rieles le invadió el desgano; no tendría más remedio que realizar el trayecto de pie. Sin embargo y para su satisfacción observó gustoso, que una mano se levantaba al fondo del estrecho corredor, anunciándole que finalmente la suerte estaba de su lado. Cuidadosamente atravesó el pasillo, fue grata sorpresa saber que compartiría asiento con una hermosa mujer, le dio las gracias por su amabilidad y posó las nalgas en la gastada butaca que había soportado millones de éstas a través de tantas generaciones, ya que era de los pocos trenes que seguían circulando sin que lo consideraran reliquia y no se explicaba el porque.
De reojo trataba de espiar el perfil de la chica, hasta que ésta lo tomó por sorpresa y le preguntó su nombre. Como adolescente, le contestó un tanto titubeante:
— Ricardo.
— Mucho gusto Ricardo, mi nombre es Laura —Ella estiró su mano en señal de saludo siguiendo el protocolo de la sociedad. — ¿Hacia dónde te diriges?
— Voy a Ciudad del Prado.
—Vaya — exclamó — Yo me quedo a la mitad del camino.
El no supo como interpretar aquella frase, ¿había cierta picardía en el tono de su voz? ¿Acaso eran aquellos ojos color miel que lo estaban volviendo loco? Sin planearlo; sus miradas se cruzaron y perdió sentido todo lo circundante, gracias a Dios que estaba sentado porque de no haber sido así el peso de su cuerpo lo hubiese vencido, de pronto ya no escuchó más. La luna que se asomaba por esa inmensa oscuridad iluminaba los rasgos de Laura tan deliciosamente; que sintió un deseo inmenso de poseerla…..era tan atrayente.
Para su sorpresa, Laura se acercó, poco a poco sus labios se encontraron, húmedos, desesperados, llenos de deseo, un deseo que hace mucho tiempo no experimentaba y lo hacía sentirse vivo, animal. No estaba seguro si continuar o desistir, pero la mujer no hacía ningún intento por alejarse; así es que correría el riesgo. Lentamente su mano izquierda fue subiendo por la pierna de Laura, podía sentir la piel suave, tersa, bendito el cielo la falda era corta— pensó—, un ligero gemido fue emitido de los labios de la mujer, esto lo hacía todo tan excitante ya que no debían hacer ningún ruido, no debían despertar a las personas que se encontraban dormidas en los asientos delanteros, la mano de Ricardo siguió su curso, era algo placentero, se encontró con una prenda de encaje, con avidez manobrió la tela y cuidadosamente con sus dedos trató de hacerla a un lado para poder tocarla, Ricardo estaba hinchado de placer, sus miembros daban la impresión de estar a punto de explotar, el pantalón le apretaba lastimeramente y se estaba debatiendo entre el dolor y el deseo, pero no podía hacer más, los pasajeros se despertarían, un gemido ahogado le aseguró que la chica quedó satisfecha; el ligero temblor en el cuerpo lo ratifico.
— Disculpe, señor— Ricardo sintió una mano sacudir ligeramente su hombro y por un instante no sabía en donde se encontraba, con pesar descubrió que el sueño lo había vencido mientras esperaba el tren que lo llevara a Ciudad del Prado, no recordaba en qué momento pudo pasar y con mayor vergüenza se percato de que sus pantalones estaban muy ajustados del cierre, mas de lo normal, por instinto colocó su sombrero sobre la entrepierna, se irguió de sus asiento y caminó un poco, había sido un sueño tan real….
En fin, que mas daba, el sonido del tren se hizo presente, trepó en el momento preciso, no esperaba quedarse parado, para su fortuna divisó algunos lugares vacíos, tomó asiento con una sonrisa de desilusión, ya que el lugar de un lado se enc6ntraba desocupado.
Por descuido, el reloj que todavía sostenía en la mano calló al suelo, se agachó a recogerlo, —desde cuándo debió de colocarle una cadena aunque no fuese de oro pensó— , para su sorpresa al levantar la vista se topó con las piernas torneadas de una mujer, sin habla, se le quedó mirando.
— ¿Me puedo sentar? — ella le preguntó.
El no supo que decir, petrificado con cara de idiota permaneció unos segundos.
— ¿Está ocupado? Lo que sucede es que ya no hay otro asiento disponible.
— Ccclaro—respondió escuchando su propio eco, actuando como estúpido.
— Gracias.
Ricardo no supo que decir, ¿estaría soñando? Al parecer no. Un mundo de probabilidades se abría ante él, ella tomo asiento al mismo tiempo que le dirigía una sonrisa.
— ¿Cómo te llamas? — Le preguntó Ricardo.
— Laura— dijo ella y sonrió.
Por descuido, el reloj que todavía sostenía en la mano calló al suelo, se agachó a recogerlo, —desde cuándo debió de colocarle una cadena aunque no fuese de oro pensó— , para su sorpresa al levantar la vista se topó con las piernas torneadas de una mujer, sin habla, se le quedó mirando.
— ¿Me puedo sentar? — ella le preguntó.
El no supo que decir, petrificado con cara de idiota permaneció unos segundos.
— ¿Está ocupado? Lo que sucede es que ya no hay otro asiento disponible.
— Ccclaro—respondió escuchando su propio eco, actuando como estúpido.
— Gracias.
Ricardo no supo que decir, ¿estaría soñando? Al parecer no. Un mundo de probabilidades se abría ante él, ella tomo asiento al mismo tiempo que le dirigía una sonrisa.
— ¿Cómo te llamas? — Le preguntó Ricardo.
— Laura— dijo ella y sonrió.
Comentarios
PD. (Sueño = vida o Vida = sueño)
PD2. Si eran Doritos jaja
PD3. Eres mi escritora favorita!!!
Saludos.
.-)
Gracias por tu comentario, y por lo de tu escritora favorita jajaj se que soy la unica porque no te gusta mucho leer, gracias por el privilegio jajaja.
No eran doritos!!!
Tecladista:
Thanks!
Querido Oscar:
Me hacen falta tus escritos, cuando regresas al mundo de los blogs???
http://salirapasear.blogspot.com/
También me gustaron los diálagos.
Saludos!
Eso de "ten cuidado con lo que deseas" es interesante muchas veces, jajaja
Saludos, Nur!
Ten piedad.
no entendí tu comentario!