Amor Incondicional
Estaba sentada en la recepción del consultorio médico esperando ser atendida. Frente a mí, una señora de edad adulta me sonrió. Éramos las únicas en la sala y para olvidarnos del tiempo, empezamos a platicar. El tema recayó en su niñez, me dijo que había sido educada en el colegio Guadalupe Victoria, una escuela fundada y dirigida por monjas. Yo de niña estudié en la primaria Matías Gómez, ésta se encuentra contra esquina de ese colegio. Siempre me preguntaba cómo sería estudiar ahí, dentro de esas enormes paredes pintadas de azul y rejas negras. Me imaginaba historias terroríficas de monjes que espantaban o de monjas regañonas. La señora se rió al comentarle mis pensamientos. — No, las monjitas eran muy buenas — aseguró. — Y, ¿por qué estaba estudiando usted ahí? — Mi mamá me internó cuando yo tenía ocho años, eso fue en 1942, estoy a punto de cumplir ochenta — se sonrió. Llegué cuando la escuela iba empezando y era una casita pequeña. Éramos sólo siete niñas, yo era la número sie...